Viaje INOLVIDABLE a Chile

“Me encanta coleccionar encuentros con gente buena”…

Ahora en el viaje a Chile, nos encontramos con gente muy linda, gente buena ,,, y eso me encanta. Son de esas cosas que te llevas en el corazón, que hacen que los viajes sean ¡maravillosos! La gente. La parte humana.  La gente buena, el trato amable, las sonrisas,, el poder hablar de su país y del mío,,, Y sentirnos como “hermanos” por el simple hecho de ser latinoamericanos. Que increíble, pero si. Si se siente. Tenemos algo todos en común en la sangre. Y como dicen por ahí : la sangre llama a la sangre.

Además cuando decíamos que éramos de México, mucha gente se emocionaba. Hablaban muy lindo de nuestro país y de nosotros los mexicanos. Me sentía orgullosa. Y es que, aunque México es un país complejo y con muchos problemas tristemente hoy en día, con cosas malas o situaciones que aún tenemos que arreglar, mejorar etc al final tenemos TANTAS TANTAS cosas buenas. Y creo firmemente que son más las buenas que las malas. Y a mí me encantó también haber conocido Chile y su gente. Un país que era nuevo para mí. Jamás imaginé encontrar tanta amabilidad. Tanta educación. Gente muy linda y respetuosa. Esa parte, la parte digamos HUMANA del viaje fue súper bonita y fue la que hizo que fuera aún más especial. ¡Obviamente los paisajes bellísimos también! Recuerdo con especial cariño a Florencia que nos atendió súper bien en el lodge (el KAU rio Serrano) en Torres del Paine, originaria de Concepción, nos atendía con un cariño que nunca olvidaré y también a Caro la administradora del lodge ¡muy amable! Igualmente a la chef Valeska, todas las noches nos sorprendía con los menús de la cena ¡deliciosos! cenábamos tan pero tan rico, comida que se notaba estaba hecha con mucho amor y dedicación con productos locales de la zona y por lo mismo yo un día tuve que ir a la cocina a preguntar si podía conocer y felicitar personalmente a la chef porque sus platillos eran fuera de serie. Salió ella, una mujer grande muy sonriente y amable, su nombre Valeska. La felicité mucho y estaba muy agradecida. La verdad es que se lució. Siempre he sido fiel creyente que las cosas buenas hay que reconocerlas. Por más pequeñas que sean, es bonito reconocer, agradecer, valorar y decirlas. Porque tristemente los seres humanos tendemos a mirar primero las cosas malas. A quejarnos de las cosas y muchas veces pasamos de noche las cosas buenas. Yo por eso, trato de estar atenta siempre a las cosas buenas. Y agradecer. Además siempre que puedo pregunto el nombre de las personas. Eso lo heredé de mi querida Abuela Mina y de mi mama. Ellas me enseñaron a preguntar por el nombre de las personas con las que hablo e interactúo y darles su lugar y me me gusta mucho hacer eso. Porque al final, todos somos iguales y todos tenemos nombres, todos somos únicos y qué bonito es que te reconozcan por tu persona y que no seas “alguien más “ o “alguien invisible”.

Por otro lado, ya he mencionado en mis posts a nuestro guía en Torres del Paine, Fabián y a Marcos el chofer. ¡Que gente más linda! Ellos también hicieron la diferencia en nuestro viaje. Fabián, gran conocedor del Parque Nacional. Amante de la naturaleza. Experto también de la Patagonia Chilena. Aprendimos muchísimo con el. Siempre sus pláticas muy interesantes,,, además de ser muy amable y nada complicado, el nos enseñó a fluir, a aprovechar siempre lo que se pueda sin importar si el clima no estaba a nuestro favor. A disfrutar y aprovechar el momento. A vivir el presente. Es increíble como, si queremos, podemos aprender de tantas personas.

Marcos, el chofer, “de los pocos Natalinos de origen que quedamos” así me dijo que era. Se les dice Natalinos a la gente originaria de Puerto Natales, esta pequeña ciudad y puerto que es la capital de la Provincia Última Esperanza (en la Región de Magallanes) y como me contó Fabián la historia, se llama Última Esperanza por el navegante español Juan Ladrillero (considerado, después de Fernando de Magallanes, como el otro descubridor del estrecho de Magallanes ) que estaba intentando encontrar otra salida al estrecho de Magallanes y se topó con este fiordo (el nombró como su “última Esperanza “ de encontrar esta salida) y por eso se quedó el nombre. La cuestión es que a la gente originaria de ahí se les dice Natalinos. Y Marcos muy orgullosamente me dijo que era de los pocos Natalinos originales que quedaban. Muy amable y servicial, Marcos hacía muy buen equipo con Fabián. El también nos contaba anécdotas y contribuía en las pláticas y aprendizaje de la zona. Se notaba que era un buen padre de familia y nos comentó que le gustaría mucho conocer México. Que quería traer a su familia y por supuesto que le di sugerencias y le dije que si venían que no dudara en buscarme para que lo orientara.

Fabián me contó que en la Patagonia, la gente es más cálida y que viven a otro ritmo. “Acá nadie tiene prisa” me dijo. La gente disfruta de las pequeñas cosas de la vida y me dijo “si tú vienes a la Patagonia con prisa solo vas a perder tu tiempo”. Y si, así se sentía. Es otro mundo esa región. ¡Será por eso que me encantó! ¡Será por eso que pude desconectarme TANTO! ¡Será por eso que realmente me enamoré de la Patagonia! Mucho que aprenderles.

En nuestra segunda parte del viaje volamos a Puerto Montt para irnos a un hotel maravilloso cerca de Puerto Varas. Esto ya en la región de los Lagos y todavía siendo parte de la Patagonia Chilena. Se considere Patagonia justamente a partir de esta región hacia el sur.

En ese hotel (hotel AWA) que ya les he contado de él en algunos posts, diseñado y hecho por un gran arquitecto chileno a la orilla del lago Llanquihue, nos recibieron  increíblemente bien. Recuerdo a varias personas que nos atendieron en el restaurante muy amables como Macarena,  Diego, Estefanía, Francisco ,,, pero también quiero mencionar a la administradora del hotel Susan Espinosa, una mujer muy amable, me sorprendió muchísimo lo pendiente que estuvo de nosotros, como se acercó varias a veces a saludar y preguntarnos si todo estaba bien, nos ubicaba perfecto y sabía nuestros nombres, cuando se canceló el vuelo de Puerto Natales a Puerto Montt y no pudimos llegar al hotel esa noche, llamé al hotel para avisar y hablé con ella y se portó de lo más amable al grado que esa noche de hotel que ya estaba pagado me dijo que ese dinero podíamos usarlo en el restaurante y comidas del hotel. Ese hotel ha sido además uno de los hoteles MÁS BONITOS que he conocido ¡en mi vida! Realmente una joya. El diseño, el lugar geográfico donde está, a orillas del lago Llanquihue (el segundo lago más grande de Chile) y con una vista impresionante del volcán Osorio. Ese volcán que yo soñaba con conocer pues ya lo había visto en fotos, hermoso, con su cono casi perfecto nevado, me recordó al Monte Fuji. Desde nuestras habitaciones veíamos el lago y el volcán perfecto ¡una locura de paisaje! Leí que después de Indonesia, Chile es el país con más actividad volcánica en la tierra, dato que me impresionó. También descubrí este otro dato importante: en Chile existen por lo menos 2000 volcanes. ¡Si! ¡Así como lo leen!, de esos por lo menos 500 son activos. El 10% del total mundial. Y si, esos días en la región de los lagos estuvimos rodeados de volcanes maravillosos y nevados algunos. Preciosos.

Esta región de los lagos nos gustó muchísimo y dejamos cosas pendientes por visitar para el próximo viaje. Porque, definitivamente yo regreso a Chile feliz ¡cuando me digan! Y como dicen por ahí, “siempre hay que dejar cosas para la próxima visita”.

Como siempre, me desvío del tema original del que estaba escribiendo: la gente. La parte humana de los viajes.

Estaba olvidando mencionar a otra pareja que conocimos y que nos caímos muy bien.

Era una pareja de Honk Kong, gente muy educada y amable. Cuando nos cancelaron el vuelo en Puerto Natales, ellos estaban ahí esperando y como no sabían español me pidieron ayuda para que les explicara que estaba pasando. Yo le ayude a traducirle del español al inglés y le expliqué todo. Estaban muy agradecidos. Total, nos estuvimos encontrando varias veces, incluso al día siguiente que ya volábamos. Muy linda ella muy saludadora y amable y con ganas de hablar me contó que venían de hacer un viaje por  Brasil y Argentina y que ya volaban a Santiago para de ahí volar a Londres donde tenían familia que iban a visitar. Se veían gente buena. Todavía al subirnos al avión finalmente, resultó que estaban sentados en la fila de adelante de nosotros así que seguimos platicando ahí, coincidencias de la vida.

Me faltó mencionar al taxista Mario, un  taxista que nos llevó del aeropuerto al centro de la ciudad de Santiago, con quien hablé  todo el trayecto de las cosas típicas de Chile de comida, muy amable y también muy interesado por México. Yo estaba encantada hablando con él de la gastronomía mexicana y él me hablaba de la chilena. ¡Muy enriquecedor!

En Santiago recuerdo a Rocio, ella era la sommelier que nos atendió en el restaurante 99, un restaurante muy especial donde nos dieron un menú de degustación con productos típicos de una zona en el norte de Chile que se llama Huasco más bien es una ciudad en la región de Atacama. Este  restaurante tiene una propuesta muy interesante porque van haciendo menús típicos de diferentes zonas y regiones de Chile. ¡Fue una cena muy interesante! Rocío nos atendió muy bien (ella me había atendido ya por WhatsApp cuando reservé muy amable) y al final de la cena ella nos pidió un Uber y salió a acompañarnos hasta el. Además al final, sucedió un encuentro más bien coincidencia de esas que te dejan asombrado. Al estar por irnos del restaurante hablando con Rocio de pedir el Uber para irnos al hotel, una pareja que estaba en la mesa de a lado no pudo evitar escuchar y muy amables se ofrecieron a llevarnos ellos en su coche. Por supuesto nos dio pena además de que éramos cuatro y no íbamos a caber. La verdad se veían gente buena no era por no confiar. Pero nos pusimos a hablar con ellos y obvio salió el tema de que éramos de México y ella se emocionó cuando escucho México. Los dos muy lindos y amables, ella se llamaba Macarena y la GRAN coincidencia de la vida fue que nos contó que su papá había vivido en México y nos dijo que ella venía mucho a ver a su papá y que le encantaba CDMX, cuando me preguntó que en qué parte de la ciudad vivíamos y le dije que en Polanco ¡se emocionó aún más! Me dice “en Polanco por donde? Que calle?” Y le dije el nombre de la calle.

“¡En esa calle vivía mi papá también!” Fue surreal ese encuentro. ¡De no creerse¡ Nos contó que su papá en esa época trabajaba para una aseguradora muy importante, no recuerdo si CFO o CEO  de Latinoamérica y que por eso vivió varios años en CDMX. ¡En nuestra misma calle! Increíble. Nos despedimos con un abrazo ella y yo, se notaba el gusto de ambas por habernos encontrado así. De esos encuentros bonitos,,, y que te alegran el corazón.

Por supuesto no puedo dejar de mencionar en Santiago, a Carlos amigo de mi marido  de la maestría  y su familia. Su mujer originaria de Brasil, encantadora y uno de sus  hijos que fue a cenar con nosotros, muy bonita familia y muy amables, nos fueron a recoger al hotel y nos llevaron a cenar a un lugar de cocina Nikkei riquísimo ahí en el barrio donde ellos viven que se llama Lo Barnechea, barrio exclusivo más allá de Vitacura y Las Condes, hacia la cordillera. ¡La pasamos súper bien con ellos! Además muy agradecidos porque Carlos nos ayudó con muchas sugerencias para el viaje y él fue el que nos recomendó el KAU Lodge en Rio Serrano que fue una maravilla. Me quedé reflexionando lo bonito que es conocer gente de otros países. Qué bonito es conocer y aprender. Al final del día, todos somos iguales. Todos somos hermanos. O deberíamos de serlo. Y qué bonito es convivir, compartir, ayudar, ser amables, sonreír, agradecer, ser empáticos. Seamos quienes seamos. Estemos donde estemos. En este mundo, el sol sale para todos.

 

Regresamos del viaje y tardé varios días en bajarme de esa nube del viaje. En regresar a la realidad. A mi vida cotidiana. A la rutina. Por varios días estuve soñando con Chile y sus paisajes y su gente, me despertaba desorientada pensando que aún estábamos allá. Ese viaje se metió tan profundamente en mi corazón que por eso tardé en regresar a mi vida de acá. Seguía soñando incluso despierta con los lugares tan bonitos en los que estuvimos allá.

¡Que increíble son los viajes! Creo firmemente que es el dinero mejor gastado y mejor invertido. Todo lo que nos llevamos en el corazón del viaje, conocimientos, aprendizaje, experiencias ya nadie nos las  puede quitar y nos acompañarán siempre.

Chile se quedó en mi corazón para siempre.

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